domingo, 8 de julio de 2012

La mano izquierda


La mano izquierda


Lo único que puedo sacrificar es mi mano.
¿Quieres que sacrifique mi mano?.
Si,  quiero.
Pero, ¿no te parece demasiado?.
Es que si no lo haces tú, lo tengo que hacer yo.
Entiendo, para ti es también demasiado.

Para mi es más que para ti.
¿Por qué?
Porque yo sin mi mano no soy nadie, ponte en mi lugar.
¿Y qué pasa conmigo?, ¿es que yo no necesito la mía?.
Yo te cuidare, cuando la necesites me lo dices.
Ah!, vale.

¿Y si sacrificas la izquierda, al menos?
Eres un cabrón.
Tú no me quieres.
Perdone usted por no quererle. Cabrón.


M.Ac
3/2010




Tras este poema se esconde un sentimiento muy amargo.
A veces podemos pedir sacrificios imposibles, sólo porque somos unos egoístas. Yo lo soy... lo he sido muchas veces, lo fuí esa vez... me he dado cuenta después.

Te pido perdón por ello.

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